El bochornoso silencio del Departamento de Estado

 

Una de dos: o la diplomacia estadounidense es cada vez menos profesional o cada vez pierde más relevancia dentro del sistema general de la política exterior de Estados Unidos. O, quizás, están ocurriendo los dos fenómenos a la vez.

Estados Unidos es, de lejos, el país con más personal y más locales protegidos por la sombrilla diplomática alrededor del mundo. Por tanto, tiene más razones que ningún otro gobierno para ser un celoso guardián de la plena vigencia de las Convenciones de Viena. Además, si mantiene el recuerdo de la Crisis de los rehenes en Irán (1979-1981), debería entender que la invasión de la Embajada de México en Quito establece un muy peligroso precedente contemporáneo para la propagación de hechos similares, por ejemplo, contra locales diplomáticos de Estados Unidos e Israel, a raíz de la ola mundial de indignación y lógicos deseos de venganza que suscita el genocidio en Gaza.

De ahí que el gobierno de Estados Unidos debió haber sido el primero en condenar, de manera contundente, lo ocurrido anoche en Quito. Sin embargo, hasta el momento, mantiene un bochornoso silencio.

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