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Mostrando las entradas de febrero, 2022

Cuba no es Ucrania

Algunas personas que estimo y respeto intelectualmente han levantado la preocupación en el sentido de que, si el gobierno cubano no condena la intervención militar de Rusia en Ucrania, podría estar abriendo un espacio o creando un pretexto o precedente para una futura invasión de los Estados Unidos contra Cuba. Hasta donde puedo suponer, los dirigentes políticos cubanos no tienen la menor intención de firmar un tratado militar de seguridad colectiva con Rusia, que implicaría automáticamente la posibilidad de establecer en Cuba el armamento nuclear estratégico de ese país y, como consecuencia, una muy probable reedición de la Crisis de Octubre. Un tratado de tal naturaleza no se firmó ni siquiera con la antigua Unión Soviética. Cuba fue miembro del CAME, pero no del Pacto de Varsovia.   Una pregunta pertinente aquí es qué fue lo que impidió a los EEUU y la OTAN concederle a Rusia que Ucrania no ingresaría a la OTAN y que ese país asumiría un estatus de neutralidad, como Austria o Fi

Hugo Grocio versus Maquiavelo, a propósito de la intervención de Rusia en Ucrania.

Alguien me ha preguntado si la invasión militar de Rusia en Ucrania estaría justificada, lo cual intentaré responder aquí de una manera doble. 1)       Desde el punto de vista del derecho internacional, probablemente no. Sin embargo, matizo esta aseveración señalando que siempre pudiera haber algún jurista internacional capaz de darle una vuelta al asunto, a partir de dos posibles argumentos. En primer lugar, la gran cantidad de precedentes históricos de casos similares, que conforman el denominado derecho consuetudinario. Ciertamente, no han sido pocas las veces en las que una potencia ha aducido sentirse potencialmente amenazada por otra nación y la ha atacado militarmente de manera preventiva, con el objetivo declarado de evitar que tal amenaza pueda concretarse. La doctrina de las intervenciones y las guerras preventivas tiene notables (y muy nefastos) precedentes históricos. En su versión más reciente, fue aplicada por el gobierno de George W. Bush, a raíz de los atentados d

Había una vez un presidente de Rusia

Había una vez un mandatario de Rusia que hizo todo lo posible por integrar su país a Occidente. No estoy hablando del venerado Pedro el Grande ni de Boris Yeltsin, tan aficionado al vodka él. Me refiero al mismísimo Vladímir Putin. A raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, con su incuestionable sagacidad política, Putin vislumbró una extraordinaria oportunidad histórica, un verdadero cambio de época a partir del cual los Estados Unidos y Rusia no seguirían siendo adversarios. El presidente, entonces con 49 años, consideró que debía adoptar una decisión impactante, que pudiera marcar el inicio de una nueva alianza ruso-estadounidense contra el terrorismo islámico y en los temas de seguridad de manera general. Y no se le ocurrió nada mejor que cerrar la Base de Lourdes en Cuba, decisión con la que se trasladaba un mensaje claro a la contraparte estadounidense: el gobierno de Rusia reconocía así de una vez por todas que Cuba formaba parte de la zona de influencia

“Daños colaterales”

La más reciente operación de las fuerzas especiales estadounidenses en el Medio Oriente provocó la muerte de al menos 13 personas, incluyendo seis niños y cuatro mujeres. Y una tragedia tan terrible se informa así, tranquilamente, sin que se arme un escándalo internacional ni a nadie se le ocurra pedirle cuentas al máximo responsable del hecho, el presidente Joe Biden. Por supuesto, la operación fue realizada “para proteger al pueblo estadounidense y a nuestros aliados, y hacer del mundo un lugar más seguro”, según reza una declaración oficial del mandatario estadounidense. Statement by President Joe Biden ISIS leader killed in US-led Syria raid, Biden says