La política estadounidense hacia Cuba y el gran mérito intelectual del gobierno de Obama

La política del gobierno de Biden hacia Cuba, con su muy alto grado de continuidad con respecto a la del gobierno de Trump, decepciona profundamente y resulta incomprensible para muchos. Sin embargo, creo que resulta posible entender sus razones si realizamos un muy difícil ejercicio de empatía para identificar las respectivas visiones sobre Cuba desde las principales corrientes de pensamiento del establishment de política exterior estadounidense. En ninguna de ellas, Cuba y su pueblo salen bien parados. Traté de realizar tal ejercicio en un artículo publicado en Página 12 hace más de un año, a raíz de los acontecimientos del 11 de julio de 2021. Salvando las diferencias coyunturales, si tuviera que escribirlo hoy, creo que no le cambiaría una sola palabra.

Pienso que el gran mérito del gobierno de Obama con relación a la política hacia Cuba consistió en haber demostrado un nivel de sofisticación intelectual (mediante un proceso impulsado de manera muy personal por el propio presidente) que permitió trascender esas visiones tradicionales y conformar una nueva política que, a la vez que era respetuosa hacia el pueblo cubano y su gobierno, atendía plenamente a los intereses nacionales estadounidenses y, al mismo tiempo, fortalecía el liderazgo diplomático de Estados Unidos a nivel regional y global. Dicho en otras palabras, alcanzaba de una vez todo lo que se puede pretender en una política hacia otro país mucho menos poderoso, mediante una combinación magistral y muy poco frecuente entre el realismo político y los mejores valores desde el punto de vista ético.

Lamentablemente para Cuba, a menos que algún día se demuestre lo contrario, la política de Obama pareciera haber sido la excepción que confirma la regla.

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